viernes, 17 de octubre de 2008

¡¡¡¡Que aventura!!!!

El domingo pasado mis queridos lectores, fui al rancho donde vive el abuelito de mi novia; se les ocurrió la grandiosa idea de hacer tamales por lo que se necesitaba cortar elotes; cabe mencionar que tambien querían hacer algo con guayabas por lo que también fuimos a cortar guayabas, pero eso en realidad no fue complicado, lo complicado fue cuando nos llevaron al cerro donde estaban los elotes.
He de confesar que nunca había subido a un cerro a pata fría, ni siquiera en los campamentos de entrenamiento en la prepa. Ahí nos llevaba el camión y después en un todo terreno hasta el campamento. Pero este día fue diferente. El abuelito de mi novia dijo; señalando un camino hinóspito: "Suben por aqui y van a llegar a una cerca, se pasan por debajo de la cerca, caminan un poco más y allá están los maisales". Yo juraba que mi querido abuelito (aunque no es mio lo siento como tal), estaba bromeando pues a su izquuierda se veía un caminito decente asi que esperaba que en cualquier momento dijera: "jaja, se la creyeron" pero no...nunca lo dijo.

Así que mi suegra y otra pariente (son tantos que yo ya no se quien es tía de quieno prima de cual) decidieron subir. Yo no quería por supuesto por que ademas tengo una afección en la espalda que no quería seguir lesionando pero señores ¡Soy hombre! asi que mi novia me convenció de seguirlas.

1.- Se me olvidó que tenia miedo a las alturas
2.- Se me olvidó que odio los insectos
3.- Se me olvido que alturas + insectos + zapato casual (sin calcetines)= catástrofe de nervios

Y además de todo, mi preciosa, cuando veníamos bajando tuvo a bien hacerme la graciosa bromita de decirme que traía una araña en el hombro: Sentí que me moría, sin mencionar que ademas se me paró una avispa (de las grandotas ¿he?) en la parte del pantalón que está al lado del cierre. Así que hecho un mar de nervios le grité y me enojé con ella (perdón bebe, gracias por no pegarme esa noche, jeje, no es cierto, es un bombón) pero lo bueno es que logramos subir y bajar ilesos.

Esa noche comimos tamales, los más ricos de mi vida. Que bueno que no soy hombre de campo, me encanta ser hombre de ciudad, Escuchar las sirenas por las calles, soportar el tráfico en la hora pico, comer porquerías por falta de tiempo, no dormir preparando mis clases del día siguiente, ir a la escuela aunque mi cama me pide que no lo haga, que le sea infiel a la universidad sólo por esa tarde. Pero nunca cortar elotes en el cerro desolado... es mejor de lejitos.

Fernando Delgadillo, en su canción "Al norte de la ciudad" casi me convence de irme a explorar el campo pero no...muchas gracias

1 comentario:

Anónimo dijo...

ay ay aaaaaay que pasa brother ya dandole a esto del blog, te quedo muy chingon hermano, metele musica jeje, pero esta muy chido te felicito a ver cuando te dejar ver por aca en el Df, te mando un abrazo, cuidece pues.
Marco Lima